América, la única región del mundo donde la mortalidad por suicidio ha ido en aumento desde el año 2000, dedica una media de 3% del presupuesto sanitario público a la salud mental, informó este viernes la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que pide aumentarlo a 5%.
A pesar de la alta prevalencia de problemas de salud mental en la región, la atención es deficiente, al punto que en 2020 más del 80% de las personas con una enfermedad mental grave, incluida la psicosis, no recibieron tratamiento, afirma la OPS en un informe de la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental.
La depresión y la ansiedad son la tercera y cuarta causa de discapacidad en la región, donde el suicidio se cobra la vida de casi 100.000 personas al año, añade esta oficina para el continente americano de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«La crisis es el resultado de la falta de atención sostenida a la salud mental», estimó este viernes Jarbas Barbosa, director de la OPS, en una rueda de prensa.
Barbosa denuncia una brecha en el acceso al tratamiento, la escasez crónica de personal cualificado, la deficiente cobertura de las personas más vulnerables y un sistema de atención que prioriza demasiado el internamiento.
Y es que el 28% de todas las estancias hospitalarias psiquiátricas en América supera los 5 años, la proporción más alta de todas las regiones de la OMS.
Además, la inversión es «inaceptable», protesta Barbosa.
En este momento, la asignación media para la salud mental «es solo el 3% de los presupuestos nacionales de salud en las Américas» cuando «debería ser del 5%» en países de bajos ingresos, sostuvo Néstor Méndez, copresidente de la comisión y director general adjunto de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
El problema debería abordarse con «un enfoque holístico» que implica la participación de toda la sociedad, incluido el sector privado, para movilizar recursos adicionales, añadió en la rueda de prensa.
Epsy Campbell Barr, presidenta de la comisión y exvicepresidenta de Costa Rica, recordó, por su parte, que «se ha demostrado que invertir en salud mental produce grandes beneficios económicos», ya que por cada dólar invertido en desarrollar un tratamiento contra la depresión y la ansiedad se obtienen 4 en salud y capacidad de trabajo.
Según el informe, la crisis en la región se ha agravado con la pandemia de covid-19 al aumentar los factores de riesgo como el desempleo, la inseguridad económica o el duelo.
El informe incluye diez recomendaciones, entre las que destacan prevenir el suicidio y centrarse en los temas de género, racismo y discriminación.